Grace Rosales Torres, una madre soltera de 40 años y madre de dos pequeños, ha enfrentado innumerables desafíos. En enero de 2017, sufrió un grave accidente que marcó el comienzo de una serie de adversidades. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado gracias al apoyo de Dios y al empresario Casey Abdulla, quien se convirtió en un pilar fundamental en su camino hacia la recuperación.

Grace fue diagnosticada con cáncer cerebral, y un tiempo después, en abril de 2018, también se detectó cáncer de seno y de matriz. Su vida cambió drásticamente tras un trágico accidente de tránsito que resultó en una lesión severa en la columna cervical, afectando tres de sus discos. Esta lesión le provocó la pérdida de movilidad en varias extremidades y comprometió el funcionamiento de varios de sus órganos vitales.

Fue en medio de este oscuro panorama cuando Casey Abdulla, presidente de Best Brand Pacas, se enteró de su difícil situación. Con un profundo sentido de responsabilidad social, extendió su apoyo, brindándole la esperanza y ayuda que tanto necesitaba.

Los intensos dolores de cabeza que Grace sufría fueron inicialmente atribuidos a las secuelas del accidente, pero tras investigaciones más exhaustivas, los médicos descubrieron un tumor cancerígeno en su cráneo. Afortunadamente, una intervención quirúrgica permitió extirpar el tumor, pero la lucha de Grace no terminó allí.

Tiempo después, en un chequeo rutinario, se le diagnosticó cáncer de seno y de matriz, lo que ha añadido una nueva batalla a su vida. Sin embargo, Casey Abdulla, con la ayuda de Dios, nunca la ha dejado sola. Se ha asegurado de que Grace y sus hijos cuenten con lo necesario: atención médica, una casa amueblada, alimentos y, lo más importante, su apoyo incondicional.

Esta Navidad, la historia de Grace tomará un giro especial. Sabedor de la importancia de estos días, Don Casey, quien también fue niño y entiende el valor de la familia y la esperanza, ha querido hacer un regalo muy especial para Marcelo, de 10 años, y Meynnnor, de 7. Un emotivo obsequio: una bicicleta para cada uno, para que, aunque las circunstancias sean difíciles, siempre haya espacio para la alegría y la ilusión.